Empate en debate polarizado

PPK no pudo modificar tendencias electorales

PPK tenía que convertir el segundo debate con Keiko Fujimori en una circunstancia agónica de la campaña electoral para modificar las tendencias electorales que, según las últimas encuestas, favorecen a la candidata fujimorista por cinco u ocho puntos. Pero el hombre solo logró equilibrar la balanza y recuperar los puntos que le había sacado Keiko en la polémica de Piura. Sin embargo eso no le servirá demasiado en los cinco días que restan para la elección nacional.

El candidato llegó al debate mentalizado, consciente de que el asunto era de vida o muerte para ganar, pero la disposición solo le permitió empatar. PPK demostró mayor conocimiento de los temas, un reflejo más despierto y una agresividad controlada para el constante alanceo a que lo sometía la candidata naranja. Si tuviéramos que desarrollar un título para el rendimiento de PPK quizá valdría “PPK no pudo modificar la tendencia”.

El empate favorece largamente a los objetivos fujimoristas. Como manda el manual, si estás ganando con una estrategia determinada debes mantenerla para conseguir la victoria. ¿O no? Y eso es lo que hizo Keiko. No se apartó un milímetro del libreto que desarrolló en Piura y siguió pasando su mensaje. Una vez más la candidata naranja se presentó como la representante de los excluidos, de los de abajo, con un claro tufillo anti establishment, versus el candidato de los de arriba, de los ricos. Insistió en que ella era la postulante que conocía el Perú profundo en contraposición al candidato de escritorio. El efectismo continuó siendo útil.

Todo indica que en esta ocasión PPK se había preparado y no padecía la adversidad de una reciente encuesta que le señalaba que una de las campañas mediáticas de demolición más feroces de los últimos tiempos, antes que afectar, había beneficiado a su adversaria. El semblante estaba sereno y el gringo de los Andes demostró que sus ventajas iban por el conocimiento de los temas en debate.

Sin embargo ante la estrategia fujimorista las ventajas pepekausistas eran neutralizadas. Ante la voluntad keikista, el hombre aparecía como un tecnócrata frío, distante de la gente, casi como un gran ministro antes que un presidenciable. De alguna manera PPK fue víctima de la propia naturaleza de PPK. No se le puede pedir gestos ni reflejos que dramaticen un debate a un líder que proviene de las matemáticas y los gabinetes tecnocráticos.

Hubo claros momentos en que Keiko pareció inclinar la balanza a su favor, sobre todo en el contraataque en el tema del narcotráfico, acusando a PPK de favorecer con un decreto de urgencia a la aerolínea de Fernando Zevallos o en el asunto de la renegociación del gas y el lote 56.

Una reflexión final. El fujimorismo ha demostrado en esta campaña —para bien o para mal— que está creando una escuela política y quizá terminando de moldear una clara propuesta de derecha populista con enraizamiento popular. ¿A qué viene esto? Si la rival de Keiko hubiese sido Verónica Mendoza, hoy quedan pocas dudas de que el fujimorismo se habría propuesto cubrir el espectro de la centro derecha para tentar la victoria. Pero como el rival es un líder con un ADN de derecha pura, el fujimorismo se propuso representar el espacio de la centro izquierda, liderar el sentimiento anti establishment, quizá con la consciencia de que la derecha y las clases medias no iban a creer demasiado en ese viraje. El movimiento fujimorista evoca demasiado a la vieja escuela aprista, ambos envueltos por el populismo que puede navegar de derecha a izquierda.

Víctor Andrés Ponce