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El tímido piropo de Zavala

El tímido piropo de Zavala
Víctor Andrés Ponce
19 de agosto del 2016

Sobre la necesidad de convergencia con el fujimorismo

El presidente del Consejo de Ministros (PCM), Fernando Zavala, empezó su presentación ante el Congreso —para conseguir el voto de investidura para el Gabinete—, señalando que los avances económicos y sociales del país se explican por un trabajo de cooperación de diversos actores. Aseveró, por ejemplo, que en los años noventa el ex presidente Alberto Fujimori inició las reformas económicas del actual modelo económico y combatió al terrorismo.

Si bien Zavala luego puntualizó los aportes de Valentín Paniagua, de Alejandro Toledo, de Alan García y de Ollanta Humala, la mención a Fujimori fue una verdadera novedad, considerando los cinco años del nacionalismo en los que se demonizó al movimiento naranja y a los opositores políticos. Algo parecido sucedió con el señalamiento de los aportes del gobierno de García al crecimiento, otro de los blancos preferidos del nacionalismo.

El PCM entonces quiso empezar su alocución precisando que la Carta Política y los resultados electorales obligaban a cooperar a todos los actores del proceso político. Era evidente que la polarización y la judicialización del rival que había promovido el humalismo, envileciendo el espacio público, llegaba su fin. Sin embargo, ¿semejantes guiños y piropos alcanzan para seguir persuadiendo a la mayoría fujimorista de iniciar un camino de convergencias con la administración PPK? Planteamos la interrogante porque —a diferencia de la mayoría mediática— creemos que la posibilidad de la cooperación entre el Ejecutivo y el Legislativo depende principalmente del jefe de Estado y, ahora, de Fernando Zavala. Siempre vale recordar que, según la Carta Política, la iniciativa política la concentra el Ejecutivo.

Luego de escuchar la intervención de Carlos Bruce, vocero de Peruanos por el Kambio, en la que apuntó claramente a convocar a la mayoría legislativa de fujimorismo e hizo reconocimientos explícitos de las cosas buenas de la experiencia de los noventa, no nos queda la menor duda de que a Zavala le faltó énfasis y decisión al intentar cambiar el clima gélido imperante entre pepekausistas y fujimoristas.

Ahora bien, la decisión de Zavala de no arriesgar con gestos audaces de convocatorias a la mayoría fujimorista también tiene una racionalidad, habida cuenta de que el movimiento naranja todavía aparece reactivo, luego de las elecciones nacionales. Quizá el temor a mayores desaires aliente esta conducta, sin embargo la política tiene que ser capaz de torcer cualquier contratiempo, sobre todo cuando de por medio está la gobernabilidad.

De otro lado, así como se le pide al fujimorismo que procese adecuadamente su derrota electoral, igualmente, tenemos que empezar a leer correctamente los mandatos de la elección pasada. Y uno de ellos nos indica que no se puede gobernar ni preservar la gobernabilidad sin la mayoría fujimorista. ¿0 sí?

Aunque parezca mentira hay que gente que considera posible pensar la democracia sin el fujimorismo. De allí que el periódico antifujimorista siga publicando encuestas en las que se presenta adherencias del 80% a favor de la investidura ministerial a sabiendas de que el fujimorismo no va a negar el voto de confianza. Cuando se hace una campaña en ese sentido, en realidad, lo que se busca es que el voto de investidura a favor del Gabinete Zavala se convierta en una derrota naranja. Y ese escenario solo favorece al diario antifujimorista, sabe Dios con qué intereses, y a la izquierda radical que busca dinamitar la gobernabilidad.

El principal interesado en que este escenario se modifique debería ser el propio jefe de Estado, Zavala y todo el Gabinete. Y todo parece indicar que las cosas van en ese sentido. Pero el tímido piropo que lanzó Zavala al fujimorismo nos revela que todavía teme enemistarse con el bloque antifujimorista que permitió el triunfo electoral. Y quizá también exista la necesidad de mantener la unidad de un Gabinete en el que también hay ministros distantes al fujimorismo.

En todo caso, vale recordar que no hay democracia sin colaboración entre Ejecutivo y Legislativo, ni sin cooperación entre pepekausistas y fujimoristas. Quién diga lo contrario no es demócrata.

 
Víctor Andrés Ponce
19 de agosto del 2016

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