El necesario reajuste fujimorista

No me cabe la menor duda de que el fujimorismo se impondrá al establishment y a la izquierda caviar que, en los primeros dos años de la administración PPK, lo han arrinconado en la esquina de la pura defensa, le han hecho olvidar su responsabilidad con las reformas promercado —no obstante su amplia mayoría legislativa— y lo han empujado a sobrerreacciones políticas que comienzan a marcar un escenario en el que se pierden las formas democráticas, tal como lo señala el ministro de la Producción, Pedro Olaechea.

En este escenario las acciones políticas se revisten de formas jurídicas: el Ministerio Público pretende judicializar a Keiko Fujimori y a Fuerza Popular hasta el 2021 y sin razones legales válidas, se acusa constitucionalmente al fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, y se allanan los locales partidarios del fujimorismo en un acto que echará más sangre en los ojos y provocará futuras decapitaciones.

Es imposible pedirle calma y serenidad a un partido al que le allanan sus locales sin argumentos procesales atendibles. Los exabruptos futuros parecen inevitables. Tengo la impresión de que nuestros candidatos a Fouches tercemundistas saldrán trasquilados de esta última aventura. Sin embargo, de una vez por todas, es hora de exigirle al fujimorismo que asuma su responsabilidad con la República. No puede ser que solo se dedique al contragolpe mientras diversos analistas se pasean en todos los medios antinaranjas sosteniendo que Fuerza Popular está por la vacancia presidencial.

Algo así no puede continuar. No solo por los intereses de la República sino por la propia viabilidad naranja. El fujimorismo está en la obligación de evitar un adelanto de elecciones y, por lo tanto, debe blindar al jefe de Estado aplicando correctamente el artículo 117 de la Constitución, que establece que no puede ser acusado durante su mandato constitucional, excepto en casos contados. Un eventual adelanto electoral solo evitará que el panteón politeísta antifujimorista sea procesado y sentenciado y los fracasos republicanos se sumarán al pasivo naranja.

De otro lado, el fujimorismo también está en la obligación de aprobar las reformas promercado (por ejemplo, la reforma laboral) que el Perú necesita para evitar la peligrosa trampa de ingresos medios, que lleva al estancamiento económico y luego a la involución a los países que logran crecer y reducir pobreza después de una primera ola de reformas. Si el fujimorismo desarrolla todos los esfuerzos para evitar el adelanto de elecciones y desarrolla todas las reformas promercado que el Perú necesita podrá enfrentar con discreción la permanente estrategia de la izquierda caviar, que busca vetar su participación en el sistema democrático.

Combinar la defensa de la institucionalidad y del mercado en sus estrategias de defensa evitará el aislamiento del fujimorismo en su tercio electoral, que empieza a parecerse al tercio aprista del siglo pasado. El permanecer arrinconado en el tercio permite continuar siendo la primera fuerza política del país, pero de ninguna manera posibilita ganar las elecciones. En todo caso allí está el ejemplo de uno de los políticos más importantes de nuestra historia, Víctor Raúl Haya de la Torre. Nunca llegó al poder por el veto de sus enemigos.