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El hilo de la gobernabilidad

El hilo de la gobernabilidad
Víctor Andrés Ponce
23 de octubre del 2015

El papel de la oposición responsable ante la crisis de gobernabilidad

Después de la renuncia de Marisol Espinoza a las filas del nacionalismo, tras la destitución de Julia Príncipe y la caída del ex ministro Gustavo Adrianzén el mismo día que el Tribunal Constitucional establecía que continúe la investigación fiscal a la Primera Dama, Nadine Heredia, la pregunta de fondo es: ¿cómo queda la gobernabilidad? Es decir, la estabilidad de la Presidencia, las relaciones entre Ejecutivo y Legislativo, y la convocatoria a elecciones generales.

Quizá la respuesta apropiada sea: la gobernabilidad pende de un hilo. Y aunque parezca mentira se ha acrecentado la responsabilidad de la oposición, porque en Palacio y el oficialismo solo parece haber desesperación y renuncias que se acumulan. El desmoronamiento nacionalista se acelera porque recién contemplamos las explosiones desencadenadas por las investigaciones de las supuestas agendas de Nadine.

Las posibles agendas se asemejan al caso de los vladivideos de los noventa porque afectan a la cúspide del poder en ejercicio. En toda democracia una denuncia de este calibre siempre debe procesarse a través de una serie de instituciones (procuradores, fiscales, jueces, TC, Parlamento, prensa, y otros), porque en las sociedades abiertas el poder es difuso, fragmentado. El efecto nuclear de una investigación solo se conoce cuando las instituciones se contrapesan y, de alguna manera, eso es lo que ha empezado a suceder con la resolución del TC.

Y, entonces, la sensación de que se derrumban las cornisas de Palacio se acrecienta y las renuncias se multiplican. En este contexto la responsabilidad de la oposición se agranda, no solo para garantizar la transición democrática sino para desarrollar una adecuada estrategia electoral. Si la oposición no es capaz de preservar la institucionalidad pese a la irresponsabilidad de la mal llamada pareja presidencial, ¿cómo puede reclamar el derecho a gobernar?

No se puede desconocer la posibilidad de una salida excepcional. Algunos, incluso, hablan de una escenario de vacancia. No obstante eso sería un durísimo golpe para la democracia post Fujimori, que ya suma tres procesos electorales sin interrupciones y avanza hacia el cuarto. Ningún demócrata ni peruano de buena voluntad puede apostar a ese escenario, excepto el candidato irresponsable que no sabe cómo ganar votos.

Alejar un escenario de vacancia pasa por diferenciar las funciones de gobernabilidad del Ejecutivo de la defensa judicial de Nadine Heredia. De una u otra forma, Pedro Cateriano intentó diferenciar las tareas de gobierno de la escudería de Nadine Heredia en tanto que la Primera Dama pretende convertir a Palacio y al Gabinete en su estudio de abogados. En la destitución de Príncipe ganó el capricho de Nadine y el gobierno hoy padece su peor crisis política.

Es difícil imaginar al oficialismo sin Cateriano porque solo se dibuja un abismo. De allí que, una vez más, vale insistir que la mejor salida posible para la institucionalidad es respaldar a Cateriano en sus intenciones de separar las funciones de gobierno de la defensa política de alguien que, a estas alturas, es absolutamente indefendible. A veces la realidad no permite alternativas.

Por: Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
23 de octubre del 2015

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