El fujimorismo desconcertado

PPK gana primer round por deméritos fujimoristas

El primer round entre Keiko Fujimori y PPK, luego de la primera vuelta, lo ha ganando el Gringo de los Andes, no por mérito propio sino, básicamente, por yerros en la tienda fujimorista. De pronto, Cecilia Chacón, Héctor Becerril y Kenji Fujimori se convirtieron en dinamiteros de la candidatura de Keiko. Pero ganar un primer round no significa nada en una disputa de campeonato mundial. Peor aún cuando, algo ensoberbecido, PPK viaja una semana a Estados Unidos en un campaña de solo siete. Si hay astucia, allí puede abrirse una herida que sangrará hasta el 5 de junio.

Keiko está a la defensiva luego de la abrumadora victoria naranja. Los 71 congresistas que ha conseguido su movimiento han creado el temor de la “concentración de poder” y la disyuntiva entre democracia y autoritarismo, pero Keiko no ha superado el impasse. Solo replica y se defiende. Y nadie gana una guerra actuando a la defensiva. Todavía no se ha presentado la fórmula para modificar el imaginario del elector.

Kenji se olvidó de la política, se creyó en una mesa familiar, y dinamitó al fujimorismo a favor de PPK. Más allá de que anunciar una candidatura en el 2021, en caso de perder Keiko, de ninguna manera desvela una dinastía en camino, lo cierto es que el hombre alimentó a los leones. ¿Dinastía en la quinta elección nacional ininterrumpida? Suena a locura. Las dinastías monárquicas controlan al Estado al margen de elecciones nacionales y las reglas del sistema democrático. ¿O no?

El tema de la dinastía se entiende en los estrategas y actores pepekausistas, pero en los medios que editorializaron y pintaron sus portadas con el asunto solo trasluce claro antifujimorismo. Quizá la misma pared mediática que se opuso a la elección de Luis Castañeda, pero que luego fue molida con el abrumador triunfo del Mudo de Lima. Si la pared mediática prosigue, Keiko se favorecerá. Más aún cuando se anuncia una marcha del “No a Keiko” para mayo. Victimizarse es una buena fórmula para ganar.

El problema de PPK es que si Keiko logra superar la disyuntiva entre democracia y autoritarismo, el Gringo de los Andes se queda sin muchas imágenes que mostrar, mientras que se agrandarían las posibilidades de Keiko. Por ejemplo, está la urgencia de conectar a los dos países, las dos sociedades que han colisionado en las últimas tres elecciones nacionales, poniendo en peligro las líneas políticas, económicas y sociales que han permitido la reconstrucción nacional del Perú en las últimas décadas. ¿Quién se atreve a cancelar el piloto automático y llevar al Estado a los Andes y a las llanuras de la selva para organizar un solo país?

Desde la primera vuelta, en cuanto a posiciones y posibilidades, Keiko Fujimori aparece con una gran ventaja para triunfar, más allá de los resultados de las primeras encuestas. Sin embargo, el fujimorismo, envanecido por la victoria, ha comenzado a desorganizarse y dispararse a los pies. Y también, de alguna manera, Keiko se ha sumergido en los jaloneos internos, sin responder a la disyuntiva democracia y autoritarismo y sin demostrar el pulso suficiente para poner en vereda a un irreconocible Kenji, quien aparece casi como un inimputable en términos políticos.

La historia está plagada de ejemplos de reyes y generales con ejércitos que superaban en gran número al adversario y que, sin embargo, fueron derrotados. La soberbia enceguece y es el camino directo al fracaso. Quizá Keiko hoy contemple la victoria demasiado cerca y demasiado lejos a la vez, y todo dependerá de la política, de ese instinto que a veces nace en quienes persiguen el poder. De lo contrario, a lo mejor, ya no existirá una tercera vez en una segunda vuelta. Hasta Kenji lo acaba de señalar.

Víctor Andrés Ponce