El éxito efímero

Administración PPK vuelve a cometer los mismos errores

En la administración pepekasusa el relativo éxito en la atención de las emergencias desatadas por los huaicos y lluvias que han afectado a las propiedades de miles de peruanos y han destruido la infraestructura nacional, simplemente, ha comenzado a marearlos.

La noticia de que el gobierno gasta alrededor de S/ 5 millones en publicidad y el intento de contratar a Milagros Leiva para un video oficialista, nos revelan que los pepekausas del Gabinete creen que pueden todo en los asuntos públicos siempre y cuando tengan el apoyo de la media. Mientras esto sucede, PPK vuelve a echar su galoncito de combustible a la polarización mencionando algo del 5 de abril a propósito de la autocracia en Venezuela; y en la Presidencia del Consejo de Ministros se confirma la contratación de periodistas y blogueros que solo justifican su razón de ser en la polarización entre antifujimoristas versus fujimoristas.

Es incuestionable que los muchachos del gobierno están algo mareados. No solo se desordenan con discrepancias —entre el PCM, Fernando Zavala, y el vicepresidente Martín Vizcarra— sobre cómo desarrollar la reconstrucción; los pullazos entre el ministro de Economía, Alfredo Thorne, y el de Defensa, Jorge Nieto, sobre las sumas que demandará reconstruir el país, sino que se renuncia abiertamente a liderar una convergencia con los demás sectores políticos -sobre todo con el fujimorismo- para enfrentar las enormes tareas que se avecinan.

Cualquier político con escuela, con experiencia en la industria pública, entendería que la forma en que empieza a reorganizarse el gobierno para enfrentar la reconstrucción, el relanzamiento de la economía y la solución del desborde criminal es un boleto directo al fracaso. ¿Por qué? Por una sencilla razón: en los últimos 25 años en el Perú las demandas acumuladas siempre han excedido las posibilidades de oferta estatal. Peor aún con los entre US$ 3,000 millones y US$ 6,000 millones que costará la reconstrucción, con el enfriamiento económico que desencadena el caso Lava Jato, y con un Estado y una burocracia pepekausa casi inexistentes.

Más allá de cualquier éxito, lo más probable es que los reclamos y las expectativas superen largamente la capacidad estatal. No parece posible entonces imaginar a un gobierno que es cargado en hombros por los sectores populares en demostraciones de euforia. Sin mareos repentinos, pues, lo correcto sería aprovechar el desastre para, realmente, convocar a la unidad nacional y democratizar la representación política de la reconstrucción. Es lo que haría cualquier político con sentido común y cierto kilometraje. Una imagen de PPK y Keiko Fujimori en visita a las zonas de desastre le conviene mil veces más al pepekausismo que al fujimorismo.

Sin embargo la administración pepekausa vuelve a tropezar con la misma piedra: la creencia de que salvo la media todo es ilusión. En realidad la media solo adquiere poder frente a los yerros de los políticos: por ejemplo, frente el absurdo proyecto de un sector del fujimorismo que pretende legislar sobre la prensa, de pronto, los medios aparecen repontenciados haciendo retroceder al adversario. En estos casos no se trata del poder de la prensa sino del tropezón del político.

Si el gobierno no tiene una estrategia integradora de la oposición en el proceso de reconstrucción, en realidad, está cargando los fusiles con los que más tarde será fusilado. Está dejando demasiado margen de maniobra para la oposición que liderará a su regalado gusto la crítica de la población y que expresará el descontento social por las expectativas no satisfechas.

Las borracheras políticas son letales para los políticos. Quizá los miembros del Gabinete Zavala deberían recordar cómo estaban antes de los huaicos y lluvias: no mareados de poder sino por los golpes de una realidad que pretendían negar con entrevistas de aquí para allá.

Víctor Andrés Ponce