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El elenco estable

El elenco estable
Víctor Andrés Ponce
11 de enero del 2016

Personalidades que suplen la falta de partidos políticos.

Durante esta campaña electoral, de una u otra manera, ha surgido la idea de que, en la política peruana, al margen de la ausencia de partidos y de la crisis del espacio público, ha emergido un grupo de personalidades que puede ser calificada como “el elenco estable”. La imagen alude a actores que, más allá de cualquier matiz, buscan mantener las vigas maestras que han organizado la institucionalidad y la economía en la democracia post Fujimori.

¿Por qué esta imagen se volvió nítida en los últimos años? Porque el concepto del outsider, del antisistema, se convirtió en una constante de la política durante las administraciones de Alejandro Toledo y Alan García hasta la victoria del nacionalista del 2011. Luego del fracaso de la administración humalista y la sensación de que el crecimiento se podía evaporar, la gente, poco a poco, comenzó a entender de que la perfección es un atributo de los ángeles y de los personajes de las religiones.

El electorado comenzó a fijar sus ojos en los actores políticos que habían participado de la estabilidad institucional y el crecimiento económico de la última década y, de pronto, Keiko Fujimori, PPK y Alan García empezaron a encabezar las preferencias electorales. La aparición de César Acuña es la excepción, pero las próximas semanas nos indicarán si es un hecho macizo o una golondrina que no hace verano.

Si se observa la trayectoria del elenco estable nos percataremos de que está llena de defectos y pasivos. Pero el intento de dividir a los candidatos entre “decentes versus corruptos”, al parecer, no prospera luego de las experiencias del nacionalismo y el villaranismo, dos estrategias electorales que prosperaron bajo esta dicotomía.

La imagen de un elenco estable de la política, pues, no es una arbitrariedad. De una u otra forma es el resultado de la experiencia de tres elecciones sin interrupciones y de una democracia que le dio una oportunidad a la novedad, al candidato anti partido, pero la estabilidad de las instituciones le permite a la gente aprender. La continuidad democrática es la mejor pedagogía en contra de los yerros.

Si se analizara con las herramientas de la ciencia política clásica la continuidad de la democracia peruana no habría explicación certera: ausencia de partidos y descrédito de las instituciones. Sin embargo la persistencia institucional permitió la emergencia del elenco estable que, con marchas y contramarchas, ha posibilitado el funcionamiento de todo el engranaje institucional.  Los liderazgos reemplazaron a la ausencia de un sistema de partidos.

Recordar los choques que propició el nacionalismo entre Ejecutivo y Legislativo y constatar que la democracia continúa su marcha hacia la cuarta elección nacional sin interrupciones es uno de los mejores signos de las personalidades asociadas con la estabilidad. Por ejemplo, el fujimorismo evitó la censura del PCM, Pedro Cateriano, un verdadero archirrival de Keiko Fujimori.

Es hora de incorporar al análisis la posibilidad de una racionalidad en el elector peruano. Tres gobiernos democráticos sucesivos son una de las mejores escuelas para crear una ciudadanía crítica.

Por: Víctor Andrés Ponce

Víctor Andrés Ponce
11 de enero del 2016

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