El desastre pepekausa

Cuando PPK asumió el gobierno y se conformó el Gabinete Zavala la suma de tecnócratas en el equipo del Presidente, más allá de las sombras negras que dejó el nadinismo en el proceso electoral nacional, llevó a pensar que el Perú ingresaba a una etapa de cambios, de relanzamiento de las inversiones privada y pública y, sobre todo, que asomaba el horizonte de reformas.

Sin embargo, la delegación total e irresponsable de Kuczynski de las responsabilidades de gobierno, permitió que la estrategia nadinista se aplicará sin anestesia. Y se desencadenó la más terrible colisión Ejecutivo-Legislativo (con responsabilidades compartidas en ambos bandos) de la reciente historia, que se sumó al caso Lava Jato y a la inoperancia en la reconstrucción del norte. El resultado: la pobreza volvió a aumentar.

La administración PPK, entonces, que era la suma de todos los antifujimorismos (caviares, nadinistas y otros) no solo se sumergió en denuncias de corrupción vinculadas a Lava Jato, sino que hizo lo imposible: convertir al Perú en una sociedad que vuelve a aumentar pobreza. Semejante registro es un problema, pero también una oportunidad para el nuevo Ejecutivo —que encabeza el presidente Vizcarra— y también para la mayoría legislativa, que parece adoptar un humor diferente.

La única manera de volver a recuperar el avance en la reducción de pobreza es recuperando la potencia de la inversión privada. Ni siquiera el relanzamiento de la inversión pública por sí sola es suficiente. ¿Por qué? Investigaciones nacionales e internacionales señalan que el 75% del total de reducción de pobreza en el Perú —del 60% de la población a cerca de 20%— corresponde a la inversión privada que genera empleo, y el 25% restante al gasto social y los programas del Estado.

Hoy los “pobretólogos” de izquierda pretenden atribuir el incremento de 1% de la pobreza en el 2017 a falta de musculatura de los programas sociales o a la preponderancia de la inversión en recursos naturales que “no genera mucho empleo”. Falso de inicio a fin. La pobreza aumenta porque el 2017 la economía creció 2.5% y en los últimos cuatros años la expansión económica anual fue menor al 4%, el mínimo necesario para absorber las nuevas demandas de empleo. El problema es clarísimo: solo se debe crecer y crecer para reducir pobreza.

Para que la inversión privada vuelva a caminar se necesita que proyectos como Quellaveco, Mina Justa, Tía María y Michiquillay se echen a andar. Sin embargo, a estas alturas la minería es una de las columnas del modelo, pero ella sola por sí misma tampoco basta. Sin una nueva ola de reformas todo será incierto. Sin reformas el Perú estará en el campo de batalla que organiza el antisistema, porque sin nuevas instituciones, sin nuevas educación y salud, sin mejores carreteras, aeropuertos y energía, sin infraestructuras física y legal, los precios del cobre serán muy importantes, pero no emergerá la economía capitalista que nos impulse al desarrollo.

Y, ¿cuál es la responsabilidad de Fuerza Popular? Tremenda. El fujimorismo aparece con responsable en el empantanamiento pepekausa, y allí están las encuestas. La única manera de que el fuerzapopularismo se reorganice es replanteando las relaciones Ejecutivo-Legislativo y construyendo la gobernabilidad. Pero sobre todo tornando a recuperar esa identidad que convertía al fujimorismo en una alianza de los pobres, el Estado y los empresarios. El único camino para recuperar esa identidad es lanzando una nueva ola de reformas con la mayoría legislativa conseguida. No hay otra. De lo contrario, el desgaste fratricida interno y los yerros acumulados en la conformación de la lista congresal se convertirán en enormes facturas a pagar.