El debate crucial

Debilidades, fortalezas y polémica electoral

En la medida que la mayoría de sondeos de opinión siguen estableciendo un empate técnico entre Keiko Fujimori y PPK algunos observadores comienzan a señalar la importancia de los dos debates organizados por el Jurado Nacional de Elecciones para definir a los indecisos. Quizá los más entusiastas con “la estrategia del debate” son quienes consideran que PPK tiene las de ganar en un cruce verbal con Keiko ante millones de peruanos.

Sin embargo en las últimas entrevistas concedidas a los medios, Keiko no solo ha demostrado que es disciplinada y aplicada con el libreto elegido, sino que ha empezado dominar los temas de gobierno y, sobre todo, que tiene la calle y la reacción política necesarias. Si las cosas se confirmaran en ese sentido, lo más probable es que se produzca un empate, la mutua neutralización.

Si ambos candidatos se anulan, entonces los factores extra debate seguirán siendo determinantes para romper el prolongado empate técnico. En el pepekausismo existe una esperanza en que el debate se convierta en el elemento definitorio de la elección. No falta razón. La campaña frenética y vertiginosa que desarrolla Keiko es una clara expresión de juventud, frente a la pausa y madurez de PPK. La única manera de enfrentar ese torbellino es demostrando su mayor altura de estadista, y un equipo sólido y con temple. Y quizá esa impresión se consiga en un debate donde se gane por algunos puntos.

Ahora bien, siempre vale señalar que, más allá de los consejeros y los marketeros, las elecciones siguen siendo el reino de la política. Después de remontar los veinte puntos de diferencia que le había sacado Keiko y conseguir el empate técnico, PPK no ha logrado organizar un discurso más allá del antifujimorismo. Ni siquiera ha explotado con propiedad la disyuntiva democracia versus autoritarismo. Y eso es fatal. El empate técnico puede ser un embalse que aguante la presión en una determinada dirección. Cuando el dique se quiebre las aguas pueden ir hacia un solo lado.

Muy por el contrario, Keiko sí ha definido una estrategia y una política hacia el 5 de abril. El fujimorismo ha decidido asumir un humor anti establishment con el objetivo de representar a los sectores D y E de Lima, el norte, el centro y el sur. Y esa política se suma al vértigo y frenesí de una campaña que se desarrolla pueblo por pueblo, localidad por localidad, evocando las campañas del joven Fernando Belaunde Terry.

Semejante estrategia le permite a Keiko sostener que ella viene de abajo hacia arriba, que representa a los pobres, mientras que intenta etiquetar a PPK como el candidato de arriba, de los ricos. Sin embargo la estrategia fujimorista comienza a adolecer de una imagen para los sectores medios de Lima, que puede ser decisivos para quebrar el empate técnico.

Se ha sostenido que en las segundas vueltas los temores definen al mal menor. Bueno, hasta hoy el temor ante la disyuntiva democracia y autoritarismo le ha permitido a PPK mantener el empate técnico, pero la falta de política está debilitando ese miedo. ¿Surgirá otro temor hacia el final de la campaña? Puede ser. La idea de otros cinco años en piloto automático puede aterrar a las clases medias. El motivo: la continuidad del piloto automático abre el triunfo del anticapitalismo, de la propuesta antisistema, en el 2021. Y hablamos de la propuesta antisistema que casi gana el 2006, el 2011 y el 2016.

Víctor Andrés Ponce