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El chavismo “liberal”

El chavismo “liberal”
Víctor Andrés Ponce
10 de agosto del 2016

La izquierda busca dividir a liberales y conservadores

La moción multipartidaria que impulsó el congresista Jorge del Castillo para que el Congreso de la República exprese su solidaridad y preocupación por la crisis política que vive Venezuela recibió el apoyo de Fuerza Popular, Peruanos por el Kambio, Acción Popular y el Partido Aprista, pero el Frente Amplio —de Marco Arana y Verónika Mendoza— se negó de plano. Semejante conducta de la izquierda, a nuestro entender, puede ser el punto de partida para una profunda reflexión sobre la relación entre liberales y conservadores en el Perú. ¿Por qué?

Varios liberales –entre ellos el propio Mario Vargas Llosa-, de clara identidad antifujimorista, han llegado a deslizar la idea de que Verónika Mendoza y el Frente Amplio empiezan a aproximarse a la imagen de una izquierda democrática. Para fundamentar esta tesis señalan el apoyo que expresó Mendoza a PPK en la pasada segunda vuelta, la movilización de la izquierda a favor del matrimonio gay, los derechos de las minorías y de género, entre otros. Sesudos analistas, incluso, han llegado a señalar que la lucha por los derechos de las minorías debería ser una línea de definición entre liberales y conservadores.

Es evidente que para cualquier liberal —como el suscrito— los derechos de las minorías forman parte del menú irrenunciable de cualquier sociedad abierta. En la lucha por la libertad, sin embargo, la política y la realidad concreta se encargan de formar las coaliciones y las convergencias. Y una de las primeras cosas que indica la política es que para seguir luchando por el derecho de las minorías hay que seguir preservando la democracia y la economía actuales del Perú.

Por ejemplo, si el 2006 o el 2011 se hubiese impuesto un proyecto chavista la demanda nacional principal sería por restablecer las libertades políticas y económicas previas y el derecho de las minorías aparecería como una reivindicación muy lejana. ¿A dónde vamos? Para preservar las libertades actuales en el Perú, de una u otra manera, ha existido una alianza entre liberales y conservadores: así sucedió en el 2006 y durante toda la administración nacionalista para detener la reelección conyugal.

Semejante convergencia entre liberales y conservadores, para detener la amenaza anticapitalista, a veces entra en un paréntesis por la absurda polarización fujimorismo versus antifujimorismo y por las guerras anticlericales que desata la izquierda ante ciertos pronunciamientos de la jerarquía eclesial. En otras palabras, la izquierda, heredera de las viejas tácticas leninistas, “busca dividir al campo enemigo”, busca la división entre liberales y conservadores para prosperar.

Por ejemplo, la segunda vuelta electoral pasada fue un momento único para esta estrategia. Y algunos pepekausistas liberales, incluso, han llegado a creer que el Frente Amplio está más cerca de ellos que Fuerza Popular. Felizmente nadie puede con la realidad. La izquierda no puede renunciar a su identidad y ya pide aumento del sueldo mínimo vital, enfila contra algunos ministros ortodoxos y, tarde o temprano, la base social le exigirá desempolvar el discurso antiminero para seguir deteniendo Conga, Tía María y otros proyectos mineros.

Y como para despertar a cualquier liberal confundido, el Frente Amplio — de Arana y Mendoza— se niega a firmar una moción en contra del régimen chavista que pretende cerrar la Asamblea Nacional (parlamento) y somete al pueblo llanero a una verdadera crisis humanitaria. ¿Cómo se puede luchar por el derecho de las minorías y negarse a condenar a un régimen autoritario que se brutaliza? No hay cómo. ¿Cómo se puede apoyar a PPK por la democracia mientras se niega el apoyo a la oposición venezolana y se califica a los presos políticos de golpistas?

En realidad las cosas siempre estuvieron claras. La izquierda fomenta la polarización antifujimorista porque pretende dividir la convergencia entre liberales y conservadores. Lucha por el derecho de las minorías porque solo quiere la ruptura entre liberales y conservadores. No le interesan ni la democracia ni las minorías, es una simple estratagema de poder. De lo contrario, ¿cómo se opone a condenar la tragedia humana y política de un pueblo hermano, vecino? No hay, pues, chavista liberal.

Víctor Andrés Ponce

 
 
Víctor Andrés Ponce
10 de agosto del 2016

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