El antifujimorista desconcertado

Voto casi unánime a favor de Gabinete descoloca al anti

Los mayores sorprendidos con la votación casi unánime a favor de la investidura del Gabinete Zavala fueron el periódico antifujimorista y el analista que se negaba a ver una cordillera frente a sus ojos. “El fujimorismo obstruccionista” contribuía a un acto político e institucional que ya forma parte de los mejores momentos de la República. Seguramente cuando culmine esta etapa de velo medieval sobre las ciencias sociales en el Perú, aparecerán los nuevos Basadre y científicos sociales que registren los acontecimientos. ¡Una votación casi unánime para un Gabinete por la mayoría absoluta de un partido no oficialista! Enorme, ¿no?

El gran problema para negarse a ver las catedrales es que el bloque político y mediático antifujimorista pretendía construir un escenario en que el movimiento  naranja siempre debía perder. Se presentaron titulares y encuestazos en los que se señalaba que el 80% de la población estaba favor del voto de investidura (¿por qué no el 100%?) con el claro objetivo de organizar un desenlace: si el fujimorismo se oponía al Gabinete Zavala perdía en todas las líneas y si otorgaba la investidura, entonces, también perdía porque todo era resultado de “la presión mediática y nacional”.

El problema del periodista antifujimorista, en un resbalón de soberbia, es que puede llegar a creer que sabe de política, olvidando que los expertos en esta industria, principalmente, son quienes hacen política. Y el fujimorismo demostró que, no obstante todas sus limitaciones, ya empieza  a tener escuela. El movimiento naranja emplazó al Gabinete Zavala a revelar cómo encontraba el país luego del desastre humalista y no solo disparó en la línea de flotación sino que sintonizó con la mayoría de bancadas y el humor nacional.

De pronto, todos empezamos a escuchar cómo había actuado “el gobierno nacionalista de la inclusión” que había aumentado a 43% la anemia en los niños menores de 3 años. Y no solo ganaba el movimiento naranja, sino que también, como se dice, curaba en salud al Gabinete Zavala. Si existe un grave deterioro institucional, económico (volvemos a ser un país con hueco fiscal) y social (anemia, desnutrición crónica y caída en vacunaciones) la ciudadanía tendrá más consideraciones para valorar los logros y más paciencia para esperar resultados.

Pero eso no es todo. El disparar contra el desastre nacionalista comenzó a desplazar a la administración PPK hacia el centro, algo más distante del antifujimorismo cerril que lo había respaldado en la segunda vuelta. Una ubicación exacta del Ejecutivo para construir una gobernabilidad que depende, principalmente, de convergencias entre la administración PPK y la mayoría legislativa fujimorista.

Si tuviéramos que señalar a los ganadores de la jornada es evidente que habría que mencionar al Gabinete Zavala y al fujimorismo por igual.

Sin embargo el movimiento naranja ha logrado dejar en claro su posicionamiento democrático y la manera cómo actuará en los próximos cinco años. La dialéctica gobernabilidad y oposición parecen ser las dos caras de una misma moneda: voto de investidura a favor pero exigencia de desvelar el naufragio nacionalista. De aquí para adelante ya sabemos cuál será la lógica de la mayoría legislativa.

Ahora bien, la conducta del fujimorismo no solo representa un espaldarazo para la gobernabilidad sino que también puede significar el inicio del fin del relato antifujimorista que envenena la política desde hace quince años.

Y si más adelante el Frente Amplio y la izquierda comienzan a agitar la calle contra “el continuismo neoliberal” y el fujimorismo sigue en esa dialéctica entre gobernabilidad y oposición, poco a poco, el movimiento naranja comenzará aparecer como una fuerza de centro, como una especie de guardián del modelo institucional y económico. Defensor de la República pese al pasado autoritario es una tremenda paradoja, ¿no es verdad?

Por Víctor Andrés Ponce