El antifujimorismo en salmuera

Detención de Jorge Acurio agrava imagen del nacionalismo

La noticia acerca de que el ex gobernador regional del Cusco, Jorge Acurio, habría recibido una coima de US$ 1.25 millones de Odebrecht luego de haber solicitado un pago de US$ 3 millones por la obra de la vía de Evitamiento del Cusco, profundiza la percepción generalizada acerca de la corrupción del gobierno nacionalista. Acurio era militante nacionalista y engreído de la mal llamada “pareja presidencial”, Ollanta Humala y Nadine Heredia, quienes igualmente están en aprietos después de que Marcelo Odebrecht confirmara que se le entregaron US$ 3 millones a Heredia. Si a estos hechos le sumamos la situación judicial del ex presidente Toledo, no es exagerado sostener que todos los dioses y deidades antifujimoristas han sido derribados.

Sin embargo es interesante observar cómo todos los intelectuales, políticos y periodistas del antivoto hoy empiezan a sacar el cuerpo de los despropósitos cometidos por el antifujimorismo. De alguna manera entre los militantes del anti pareciera existir la idea de que el antifujimorismo es una religión eterna que se puede cultivar al margen de los sucesos terrenales. La cosa es tan impresionante que Verónika Mendoza y Julio Guzmán pretenden desarrollar sus candidaturas utilizando el mismo libreto, los mismos gestos, y la misma prensa y propaganda que sirvieron para los triunfos de Toledo y Humala.

No obstante el movimiento antifujimorista está absolutamente equivocado. Hay algo que todavía no se percibe y que se está desmoronando en el imaginario popular que alguna vez contemporizó con el antivoto, ante los casos de corrupción de las deidades que desfilan y que seguramente seguirán desfilando hacia el 2021. La cosa es brutal y todavía no sabemos la profundidad de sus efectos.

Algo parecido sucedió con la corrupción del fujimorato en los noventa, porque a Montesinos se le encontraron US$ 200 millones de dólares y quedó en evidencia que generales de tres y cuatro estrellas se dedicaban a robar. Sin embargo el tiempo pasa y hoy sabemos que a Fujimori no se le encontró una sola cuenta. Quizá por eso el tema del indulto ahora empieza a parecer viable; claro está, también por la enfermedad y edad del ex jefe de Estado, y por la abrumadora mayoría legislativa. Sin embargo en el imaginario de la gente la idea de una revancha y de que Fujimori se morirá en la cárcel por golpe del 5 de abril comenzará engrosarse.

¿A qué viene todo esto? El antifujimorismo está en salmuera, en retirada general, más allá de que los rompehuesos del anti hayan copado lugares importantes de Palacio. Y más allá también de que una ingenua coalición mediática considera que tiene más poder político que la mayoría legislativa y que, incluso, tiene la sagacidad de causar la división del fujimorismo (como para escribir la historia universal de la soberbia).

En otras palabras el camino hacia el 2021 favorece largamente a los predios naranjas porque el fujimorismo se puede sentar en la platea, comprar su caja de pop corn, y observar cómo los leones se comen a pedacitos, prácticamente, a todos sus enemigos.

Sin embargo no vaya a creerse que el movimiento naranja es inmune a los movimientos telúricos del gran tribunal antifujimorista que se está armando. Si la administración PPK fracasa y no desarrolla un gobierno aceptable, la ola antisistema y estatista que se viene puede terminar bloqueando las pretensiones keikistas.

Víctor Andrés Ponce