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Educación: ¿Isla estatista?

Educación: ¿Isla estatista?
Víctor Andrés Ponce
15 de julio del 2015

Sobre el principal Caballo de Troya contra la economía de mercado.

De un tiempo a esta parte, la sociedad política peruana comienza a aceptar como parte del sentido común algunos conceptos del archivado programa de la Gran Transformación. Se consolidan ideas acerca de que “la educación es la antinomia del lucro”“las universidades de lucro versus las sin fines de lucro” y, de pronto, el Estado que ha hundido al sistema educativo del país no está en el banquillo de los acusados sino que se convierte en acusador.

Los dos aspectos más preocupantes de esta ofensiva estatista tienen que ver con las universidades y la educación básica privada. En la educación superior las normas promulgadas indican claros prejuicios contra las universidades societarias y la inversión privada en general. En la educación básica se pretende excluir a los colegios privados de los procesos de acreditación académica. Es más, cuando el sistema de acreditación comenzaba a funcionar se pretende liquidarlo de un plumazo afectando millones de dólares en inversión.

¿Por qué es demasiado grave semejante animadversión contra la inversión privada en la educación? No solo por la trascendencia de la reforma de la educación y la necesidad de la participación del sector privado, sino, sobre todo, porque es el principal Caballo de Troya contra la economía de mercado en general.

Ahora dicen que la educación “no es un negocio”, mañana lo serán los servicios de salud, pasado los servicios de teléfonos y energía y el siguiente mes todo será posible. La ofensiva estatista se produce en clara contraposición al espíritu de la Constitución que establece la economía de mercado.

Ahora que observamos que el gobierno de Michelle Bachelet comienza a apagar los motores del crecimiento económico en Chile, vale preguntarse cómo así la Suiza de América comienza un viaje al pasado. En Santiago las cosas empezaron, precisamente, con el asunto de que “la educación no es un negocio”, no obstante que el país del sur tenía los mejores índices educativos de América Latina.

Los socialistas modernos y liberales chilenos creyeron que podían hacerse de la vista gorda y aceptaron la posibilidad de una zona negra en su economía de mercado. Bueno, los resultados ya empiezan a conocerse: se vino la reforma tributaria, se viene la reforma laboral para promover el sindicalismo, se viene la ofensiva contra la Constitución con el objeto de derribar la economía de mercado y otras “reformas”. Chile se desacelera peligrosamente y los pesimistas no descartan escenarios de recesión.

Si los socialistas y liberales peruanos que, en las últimas dos décadas han defendido las reformas económicas contra viento y marea, creen que pueden ponerse de costado ante esta ofensiva estatista en la educación deben analizar la experiencia chilena para sacar sus conclusiones.

Chile y Perú son sociedades de ingresos medios donde las demandas de las clases medias muchas veces pueden terminar en travesías hacia el ayer. En este tipo de sociedades el bienestar que no se consolida genera un pesimismo corrosivo, más aún con el frenazo de la economía. De allí que el debate ideológico, la necesidad de explicar el origen de los yerros del modelo, es asunto de vida o muerte para la libertad.

Por Víctor Andrés Ponce

15 – Jul – 2015

Víctor Andrés Ponce
15 de julio del 2015

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