¡Cuidado con la frivolidad!

El peligro del Gabinete en la emergencia y la reconstrucción

Los miembros del Gabinete Zavala deberían ser extremadamente cuidadosos en su relación con los medios cuando se trate de comunicar los esfuerzos gubernamentales para la atención de la emergencia y la reconstrucción. El pecado de la frivolidad en política es capital, algo que la población no perdona. ¿De qué estamos hablando?

En la administración PPK —por la inexperiencia política de sus miembros— se ha llegado a creer que la realidad se puede construir desde los medios. Semejante concepción nace de una lectura errada de los resultados electorales del 2016: se cree que Keiko Fujimori perdió las elecciones por el papel de los medios y no por los errores de la propia lideresa fujimorista. A nuestro entender, si Keiko no cometía los yerros monumentales que conocemos, ella ganaba largamente, tal como sucedió en 1990 con Alberto Fujimori y Ollanta Humala en el 2011. Cuando hay buena política, los medios solo son caja de resonancia de la acción política.

El ministro del Interior, Carlos Basombrío, es el mejor representante de esta metodología del yerro. Ante el desmadre de la seguridad ciudadana, ante el abandono del patrullaje de las ciudades y la proliferación de la delincuencia, él suele desatar rush mediáticos. El caso del pistolero de Independencia es el mejor ejemplo: entre el primer disparo y el último, que causaron víctimas fatales, transcurrió más de una hora y, de pronto, pasó un policía de franco y abatió al criminal.

El suboficial Lorenzo Machaca fue condecorado por el jefe del Gabinete, Fernando Zavala, y luego por el propio jefe de Estado. Dos condecoraciones seguramente merecidas. Pero ¿y el patrullaje de la zona? ¿Los policías que deberían resguardar la zona? ¿Una hora sin reacción policial? La gente se percata de estos hechos y, en el acto, percibe que hay frivolidad cuando se intenta ocultar la realidad. Allí está la principal razón de que se haya quebrado la relación entre la gente y PPK.

No se puede tapar la realidad con periodicazos y entrevistas. Lo peor que puede suceder entonces es una sobreactuación de los ministros en la atención de las emergencias y la reconstrucción, sobre todo porque con el Estado en jirones que tenemos es casi imposible satisfacer todas las expectativas. Una ministra que suelta un “whatsappeo” melodrático a los medios y otros gestos mal tallados en bronce se convertirán en contraproducentes.

El gobierno tiene que recuperar la sobriedad. Cuando termine la primera etapa de la atención de la emergencia (rescatar personas aisladas y llevar agua y alimentos) la ineficiencia del Estado brotará a borbotones, porque ya no estarán las Fuerzas Armadas en la primera línea. Cuando sea hora de garantizar abastecimiento permanente de agua y alimentos, cuando se trate de evitar la propagación de plagas y enfermedades, entonces todas las costuras estatales cederán.

En ese momento se necesitará una comunicación franca para evitar la furia nacional, y un mando centralizado en la emergencia y la reconstrucción que convoque a la gente a organizarse para suplir el desorden estatal. Todo indica que Martín Vizcarra —por su experiencia política, por su conocimiento del Estado y por su relación con las poblaciones, los gobernadores y alcaldes— es el hombre para el cargo. En calidad de Zar o de Inca debería dirigir un nivel de recentralización de la acción estatal para convocar a la sociedad y al sector privado (en base al ejemplo chileno) a la reconstrucción y el desarrollo de un nuevo espacio urbano.

Por su lado, los ministros deberían volver a sus funciones sectoriales y allanarse a los requerimientos e imponderables del Zar de la Reconstrucción. Todo eso requiere recuperar sobriedad y evitar el peor pecado político: la frivolidad de creer que la realidad se construye desde los medios, en medio de la penuria de la gente.

Víctor Andrés Ponce