Corrupción judicial y lucha de facciones

Los audios que comprometen a tres magistrados del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), al titular de la Corte Superior del Callao y al titular de una Sala Transitoria Penal de la Suprema han desatado un remezón político. No solo porque desnudan el tráfico de influencias y la corrupción en el Poder Judicial, la Fiscalía y el CNM, sino también porque, de una u otra manera, ha tenido la virtud de revelar que en el sistema de justicia se libra una verdadera guerra de facciones.

Es incuestionable que los magistrados comprometidos deben ser investigados y procesados de acuerdo a lo establecido en la Carta Política. Cuánto más prontitud exista, mejor. No obstante, se debe respetar el debido proceso tal como se cuida la niña de cualquier ojo. Lo demás sería grave, ceder al linchamiento institucional alentado por una barra brava de la media. Sin embargo, luego de conocido el contenido de los audios propalados por IDL Reporteros, es extremadamente interesante analizar la reacción de algunos sectores.

De pronto un grupo de periodistas pretendía arrimar la corrupción revelada en los audios al Congreso. Otros decían que la podredumbre existía por algunas conexiones políticas. Sin embargo, el atrevimiento no era extremo, se cuidaban ciertas distancias. Todo muy paradójico. El establishment que ha manejado el poder durante las administraciones de Alejandro Toledo, de Ollanta Humala y de Pedro Pablo Kuczynski señalaba que la corrupción provenía de la orilla de enfrente. Y para agregar cierto efectismo se señalaban algunos casos vinculados a ciertos magistrados.

Cuando esas cosas empezaron a suceder para el suscrito quedó en evidencia que el tráfico de influencias revelado en los audios también tenía que ver con una feroz lucha de facciones en el sistema de justicia. Semejante percepción se afianzó cuando el presidente del Poder Judicial y el titular de la Fiscalía de la Nación, en la práctica, se echaron la pelota sobre quién era el responsable de haber entregado los audios a un sector de la media. Al final en la Fiscalía se dijo que la ligereza provino de la policía. ¡Vaya!

Durante la administración PPK se hizo evidente que un sector del sistema de justicia había caído en el faccionalismo. Por ejemplo, el caso Lava Jato solo sirvió para acosar a Fuerza Popular, mientras se pasaba por agua tibia a Alejandro Toledo, Susana Villarán y el propio PPK. Luego de la sobre reacción fujimorista con la acusación constitucional al fiscal, Pablo Sánchez, las cosas parecieron emparejarse para todos. La obsesión de ciertos fiscales por judicializar a Alan García también parece formar parte de ese libreto.

Finalmente, el burdo intento del fiscal Domingo Pérez de judicializar a los principales dirigentes empresariales del país por haber aportado US$ 2 millones a la CONFIEP para desarrollar una campaña en defensa del régimen económico de la Constitución —con los correspondientes certificados de donación entregados—, amenazado por la Gran Transformación de Humala en el 2011, nos revela que estas luchas de facciones se alimentan desde la izquierda.

De allí que la afirmación acerca de que el Poder Judicial y la Fiscalía pretender ser copados por la llamada izquierda caviar no es asunto que parece descabellado. Por todas estas consideraciones el análisis discreto nos indica que la denuncia del tráfico de influencias revelado en los audios también viene como impulso de una feroz guerra de facciones en el sistema de justicia.